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Aquel que no entra por la puerta...
Actualmente suele hablarse mucho sobre lo comercial que se ha vuelto la navidad y lo poco que se recuerda el verdadero significado de esta fiesta; sin embargo hay un personaje que suele salir impune en estas discusiones. No es otro que el mismísimo Papá Noel. Para muchos —hablo de creyentes en particular— éste no es nada más que un personaje cómico y alegre que hace pasar un buen rato a los niños—y no tan niños—. Pero, ¿es esto así? Desde mi punto de vista, no. Papá Noel es mucho más que un simple personaje: es un falsificador. Sé que algunos no estarán de acuerdo con tal afirmación, es por esto que debo, no solo explicar, sino convencer a mis detractores de mi posición. Para esto primero deberemos dar un pequeño paseo por la historia de este personaje.
Papá Noel (del francés Padre Navidad) fue conocido hace muchos siglos atrás como San Nicolás. Nació en el año 280 d.c. en Patara, en la actual Turquía. No se sabe mucho acerca de él, pero se dice que creció en una familia acomodada. Poco después de que sus padres murieran repartió sus bienes entre los pobres y partió hacia Mira donde se hizo sacerdote. En el año 1087 cuando los turcos invadieron Grecia algunos cristianos lograron recoger sus reliquias y llevarlas a Bari, Italia. Es por eso que también se le conoce como Nicolás de Bari. Ya por aquel entonces San Nicolás era conocido y venerado en muchas partes del mundo. Se dice que era una persona muy bondadosa; especialmente con los niños. Una historia nos cuenta sobre un padre que no podía casar a sus tres hijas por falta de dinero. San Nicolás al ver esto decidió ayudarles colándose por la ventana y dejándoles unas monedas de oro en unos calcetines que colgaban de la chimenea para secarse. Se dice también de San Nicolás que realizó muchos milagros; tanto vivo como después de muerto (a través de las oraciones de los fieles). Pero, curiosamente no fueron los católicos, sino los protestantes, quienes ayudaron a convertir a San Nicolás en el icono
actual. En 1809, gracias a una sátira de Washington Irving, Sinterklaas (del holandés San Nicolás) pasó a ser en Estados Unidos Santa Claus. Más tarde Clement C. Moore escribió un poema que vino a definir la leyenda actual de Papá Noel. Es aquí donde Papá Noel empieza a dar regalos a los niños viajando en un trineo empujado por renos. Más tarde la leyenda de fue
“perfeccionándose” y popularizándose cada vez más gracias a la aportación de otras historias o campañas comerciales como las de Coca Cola.
Hasta aquí un breve resumen sobre la historia de Papá Noel. Es ahora por tanto donde debemos entrar a analizar y desmembrar este personaje. Para esto debo hacer dos preguntas:
¿Quién es realmente Papá Noel?
Como hemos visto la raíz de Papá Noel es sin duda San Nicolás. Sin embargo también hemos visto que San Nicolás se aleja mucho de lo que hoy día viene siendo Papá Noel. Tanto es así que en muchos países—incluyendo el nuestro— ha dejado de llevar su nombre original. Papá Noel hace tiempo que dejó de ser aquel sacerdote cristiano del Mediterráneo que ayudaba a los más
desfavorecidos y predicaba el evangelio. Papá Noel ya no vive tan cerca de Jerusalén; ahora vive lejos, bien lejos, en el Polo Norte. Por otro lado ha cambiado sus fieles por otros más jóvenes y fáciles de contentar: unos regalitos y listo. No, Papá Noel ya no es lo que era. Ahora ya tampoco entra por la puerta, sino por la chimenea; tal y como dijo el verdadero hombre de la navidad: “El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador”(Juan 10:1). Ese es Papá Noel un ladrón y salteador de ovejas. Ovejas que no saben diferenciar todavía entre derecha e izquierda. Un salteador que lleva por nombre Papá, Padre. Intentando de esta manera deslegitimar al verdadero Padre de la navidad (literalmente el Padre del nacimiento); es decir el verdadero Padre del Hijo.
¿Es lícito celebrar a Papá Noel?
Desgraciadamente hay mucha gente que piensa que sí. Algunos dirán que lo celebran porque sí, porque es tradición y no ven nada malo en ello. Al fin y al cabo, ¿qué hay de malo en dar regalos? Otros están de acuerdo en que Papá Noel se ha comercializado mucho y que se ha perdido su verdadero significado, pero que no por eso es necesario suprimirlo. A lo primero
contestaría que no, no hay nada malo en dar regalos. El problema no está en esto, el problema está en que la Navidad no es sobre Papá Noel, es sobre Jesús; este es el problema, un problema mucho más grande de lo que pensamos. Porque si la Navidad se convierte en Papá Noel, ¿qué nos queda? Sí Jesús no nació, ¿Dónde está la salvación? Tales son las artimañas del enemigo: vestir al lobo de rojo. Papá Noel no lleva esa barba tan larga porque hace frio o porque tiene una piel delicada, no, Papá Noel lleva esa barba para esconder su verdadero rostro; el rostro de un devorador. Sí, un devorador glotón; aunque nada tonto hay que decir, porque ¿qué mejor presa que un niño? Cuanto más distraídos y lejos de la verdad estén mejor.
A los segundos, aquellos que piensan en la nobleza del verdadero significado de Papá Noel, les preguntaría: ¿Cuál es el verdadero significado? Porque si el verdadero significado es el verdadero San Nicolás, ¿qué hay que celebrar? ¿Su nacimiento? ¿Su vida piadosa? ¿Sus supuestos milagros?¿No fue a caso Dios quien le dio la vida para llevar una piadosa y enseñar su mano a través de él? Y bueno, si alguien todavía siguiera pensando que no hay nada malo en celebrar el día de San Nicolás habría que advertirle que no tendrá muchos compañeros ya que todos estarán en casa de Papa Noel celebrando las navidades. Después de todo, ¿a quién le interesa la verdad mientras pueden pasárselo bien soñando en cuentos de hadas?